miércoles, 9 de abril de 2014

Valles de Vegapociellu y Campón. Circular por las majadas de Campón, Fumiosa, Cerréu, Vegapociellu y Ablanosa

Al comenzar fue el río, al finalizar también. Nace oficialmente en la fuente Nalona muy cerca del puerto de Tarna, aunque son otros los que le dan su caudal: multitud de regueros vierten en él antes de recibir el gran aporte del río Monasterio. De ellos, el más caudaloso es el arroyo de la Ablanosa que viene de Vegapociellu. En su curso alto, el Nalón ha tallado la abrupta geografía casina produciendo foces y desfiladeros espectaculares. El tramo más angosto se encuentra en la zona de Entrepuentes a la altura del kilómetro 55 de la carretera AS-17, que va al puerto de Tarna. Allí se ha habilitado un mirador con dos bancos y un arco de orientación informativo: Cuetón, Cantu’ l Oso, Cueto Negro, etc. Estos parajes y las majadas que en ellos habitan son los objetivos de esta espectacular ruta.

Datos de la ruta
Salida y llegada: Mirador de Entrepuentes (Concejo de Caso) 
Distancia: 17 km 

Duración: 5:30 h (sin contar paradas) 
Subidas acumuladas: 760 m 
Altura Inicial: 900m 
Altura máxima: 1393 m 
Dificultad: baja 
Fecha de realización: 5/VI/2014
Track de la ruta



Cómo llegar
Pocos son los lugares donde estacionar los vehículos en este tramo de la carretera: en el mirador caben dos y otro un poco más abajo. En el kilómetro 56, donde sale la pista hacia La Ablanosa, también hay espacio para aparcar. El día amaneció con nubes y claros. Nos cayó alguna llovizna intermitente que apenas molestó, aunque se mojaron los paraguas. La primera, al llegar a la Fumiosa, la segunda en Vegapociellu y la tercera después de terminar.








Descripción
Comenzamos la ruta en el mirador (900 m) bajando por la carretera unos 300 metros hasta llegar al camino que sale a la izquierda con una señal de prohibido para vehículos no autorizados. Camino nuevo, tallado en la roca, con baranda de madera, que nos deja en el moderno puente del Campón (827 m). Sobre el cemento se ha escrito una fecha del 2011 que seguramente corresponde con la de su construcción: de madera pero asentado sobre fuertes vigas de acero. El deshielo de primavera nos ofrece un bravo Nalón encajonado entre verticales paredes: estamos en la angostura de Entrepuentes.


Valle Campón desde el Mirador de Entrepuentes.

Puente Campón sobre el río Nalón.

Musgo, helechos y agua, el camino antiguo nos da una apariencia de cuento. Por él seguimos la ruta subiendo hasta la majada El Campón (1020 m) que da nombre al valle y al regato que lo riega. Aquí termina el camino ancho. Continuamos hasta la última de las ruinosas cabañas, para coger un sendero hacia la derecha que sigue otra riega deudora de la anterior. Camino y riega confluyen en algún tramo y la inclinación aumenta hasta alcanzar un breve collado que da acceso a la majada La Fumiosa (1200 m). Situada en la falda meridional de la Sierra de Fuentes, tiene sus cabañas en ruinas (algunas con llábanas de madera) y buenos pastos en un terreno bastante llano. Sin embargo, lo remoto del lugar y la dificultad de acceso han llevado a su abandono.

Majada el Campón y cabecera del Valle Campón.

Cabañas en la Majada La Fumiosa.

La propia Sierra de Fuentes y la de Príes (Cantu l' Osu) nos cierran los horizontes norte y oeste. En cambio, hacia el sur y el este, las vistas son espectaculares: desde el pico La Senda hasta el Tiatordos; le siguen el Maciédome, la loma de la Bolera que deja ver Pileñes y Peña Ten, las peñas de Montoviú y La Abedular. Llama nuestra atención el montículo que se descuelga del Cuetón (Sierra de Fuentes), dejando en medio un collado. En su cima se ven algunas cabañas; es el Cerréu, nuestra siguiente parada.
Desde la Fumiosa vemos el Collado Cerréu y la Majada Cerréu en el monto de la izda. El crestón por detrás es la Sierra de Pries (Cantu'l Oso).

Subiendo al collado Cerréu.

La senda continúa hacia el collado por el pastizal, faldeando la sierra. Cruzamos después un bosquete, prolongación occidental del bosque de Fabucáu, para acceder a la ladera norte del collado. Por aquí subimos, entre manchas de nieve, buscando las zonas más despejadas hasta alcanzarlo. Allí sigue el pilón. La majada Cerréu (1389 m) se encuentra sobre un montículo herboso a la izquierda. Aunque he escrito sobre ella en el libro “Recorriendo las montañas de Asturias II” en el capítulo dedicado a la subida al Cantu l'Osu, no me resisto a una segunda descripción: abrazada por el Cantu l' Osu y la Sierra de Fuentes, es un espectacular mirador hacia el naciente y el sur. En mi opinión, es la majada con mejores vistas del paisaje casín. Las hemos descrito antes, aunque desde aquí están mejoradas.

Panorámica obtenida uniendo tres fotos de la Majada Cerréu. Al fondo vemos el Tiatordos y el Maciédome entre otros picos.

Sierra de Pries (Cantu'l Oso) desde la planicie de la Majada Cerréu.

La ruta prosigue por la senda que sale del pilón hacia el murallón del Cantu l' Osu, al oeste. Va virando hacia al sur, faldeando la Sierra de Pries, por la parte superior del gran hayedo de Fabucáu. Enseguida encontramos nieve blanda. La pendiente lateral es grande y, en la zona más inclinada, cruzamos transversalmente, con cuidado, dos aludes que nos llevan a una zona menos inclinada y con menos nieve, la Llana les Mules. Entre las hayas; imágenes espectaculares del bosque. Más adelante, la senda baja hasta la hermosa majada de Vegapocillu (1280 m): pradera asentada en un valle glaciar y rodeada por la Sierra de Pries, al norte, y la del Mongayo al sur y sureste, cerrada al este por el macizo del Cueto Negro. La salida natural del glaciar está cubierta por el hermoso hayedo de Fabucáu y la extensa pradera con cabañas, algunas en uso, y las montañas nevadas que le rodean, dan a este paraje un encanto muy especial.

Bosque de Fabucáu.

Cruzando un alud.

Tramo llano en el bosque de Fabucáu.

Cabaña en la Majada de Vegapociellu. Está rodeada por altas montañas de la Cordillera Cantábrica y la Sierra de Pries. Es la cabecera de un hermoso valle glaciar.

Vista de Vegapociellu en dirección contraria (hacia la salida del valle) con el Tiatordos al fondo. A la izda vemos el bosque de Fabucáu por donde llegamos.
 
 Aprovechamos para comer, disfrutando de la hermosa vista del Tiatordos que se yergue, al fondo, en la misma dirección del valle. Aquí nace el arroyo de La Ablanosa alimentado con la abundante escorrentía del deshielo primaveral. Cruzamos la pradera, inundada en esta época, siguiendo la dirección del valle (noreste), hacia el hayedo. En él nos sumerge el sendero: los hayucos caídos durante el otoño comienzan a germinar y los brotes hinchados de las hayas anuncian el maravilloso estallido primaveral. Las más viejas, que no han aguantado los rigores del invierno, sirven de despensa a multitud de organismos que regeneran el suelo fértil, completando el eterno ciclo de la vida. Bosque precioso, incluso en este comienzo de abril que aún no ha cubierto sus árboles de verdes hojas. Con este deleite de los sentidos caminamos unos 3 km hasta la majada Carrascosa, donde el sendero desemboca en el camino ancho que la sirve. Enseguida llegamos a la majada de La Ablanosa (1090 m) con abundantes cabañas arregladas y prados en medio del bosque. De la derecha nos llega el rumor del arroyo que discurre muy abajo.

Cantu l' Osu desde La Ablanosa.

La pista continúa el descenso en medio este gran hayedo salpicado por algunos prados y cabañas, para dejarnos, después de otro kilómetro y medio, en el Puente del Corral sobre el Nalón. Lo cruzamos y seguimos por otro camino que sale a la izquierda por la margen derecha del río. Unos metros más adelante, otro puente, el del Medio, nos debería cruzar al otro lado para enlazar con el camino de ida al lado del puente El Campón, después de atravesar el pequeño desfiladero de Entrepuentes. Sin embargo, sólo encontramos los restos del antiguo puente, destruido por alguna riada. Al otro lado sigue el camino; imposible cruzar con el caudal y la fuerza de la corriente.

Restos del Puente del Medio.

Retrocedemos hasta la pista y continuamos por ella hasta la carretera. Un corto paseo de 1 kilómetro, disfrutando de las vistas hacia el abrupto desfiladero atravesado por un salvaje Nalón,  nos deja en el mirador del que partimos.

Lorenzo Sánchez Velázquez






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